La pasada semana, nuestro presidente del gobierno se fue de gira por Oriente Medio para reactivar el proceso de paz israelo-palestino y alcanzar una paz global en la región. Pues bien, tras su discurso buenista en la mezquita de los Omeyas de Damasco - donde habló de multiculturalidad, de la importancia de Siria en el proceso de paz y bla, bla, bla... (justamente el mismo día que fuentes del ejército israelí denunciaban que el gobierno sirio está rearmando a Hezbollah con misiles y armas compradas por Irán) - Zp visitó Ramallah y Jerusalén antes de irse al Libano para felicitar a los contingentes militares españoles por hacer la vista gorda - al igual que los otras tropas de la FINUL - ante el rearme de Hezbollah.
Durante su estancia en Jerusalén, además de visitar Yad Vashem y de reunirse con los políticos israelíes de turno, concedió una entrevista al diario israelí Ma´ariv y durante la misma afirmó que no existía antisemitismo en España, que eso era cosa del pasado, de la época de la dictadura franquista. Pues se equivoca y mucho el sr. Zapatero. Siento decirlo pero, ¡tachán!, en España existe judeofobia y además sin ningún tipo de complejo. Obviamente, esa judeofobia ya no es la típica judeofobia de carácter religioso, imperante en el mundo pre-ilustrado y pre-industrial, ni la judeofobia de carácter racial y pseudo-científica de finales del s. XIX y de inicios del XX; se trata de una novedosa modalidad de judeofobia que intenta disimularse en forma de crítica política a la existencia misma del estado de Israel - el único estado judío del mundo - o a las supuestas políticas "genocidas" de los gobiernos israelies de turno. Ciertamente, no toda crítica a los gobiernos israelíes es una muestra de judeofobia, pues el gobierno israelí - como cualquier otro - no es perfecto y debe ser criticado. Sin embargo, si en esa supuesta critica tergiversamos la realidad, utilizamos clichés de la judeofobia clásica o comparamos al estado de Israel, a sus ciudadanos y a sus instituciones con la alemania nazi o con otros gobiernos autoritarios y-o racistas, pues no les quepa duda: nos encontramos ante un claro caso de judeofobia.
El antisionismo es pues el último disfraz del antisemitismo para mostrarse ante la opinión pública de manera políticamente correcta. Una opinión pública que, por otro lado y en general, no tiene grandes conocimientos del conflicto palestino. Ese desconocimiento unido a viejos prejuicios y a una tendenciosa información de los medios de comunicación españoles - sirvan como por ejemplo los artículos y reportes acríticamente pro palestinos del corresponsal del País en Jerusalén, Juan Miguel Múñoz, - provocan un cóctel explosivo y justificativo de las tendencias antisionistas, cuyas manifestaciones suelen ir unidas de la mano a actos antisemitas. Sólo así se explica la presencia de gente armada en una supuesta manifestación pacifista contra el "genocidio de Gaza" en Barcelona en el pasado mes de Enero, los actos vandálicos realizados en la sede de Jabad Lubavitch de esa misma ciudad, las pintadas antisemitas existentes en muchas ciudades españolas o el hecho de que importantes intelectuales y periodistas - como por ejemplo Pilar Rahola - fuesen señalados con el dedo y amenazados sólo por criticar la postura acríticamente pro palestina y la desinformación existente en nuestros medios de comunicación.
Pues bien, todo eso no existe para Zapatero porque en su subconsciente sólo reconoce los actos de judeofobia clásicos realizados por la extrema derecha y se niega a reconcer que grupos de izquierda troskista, antiglobalización o neocomunistas, con la excusa de la causa palestina y del conflicto de Oriente Medio, defiendan posturas antisemitas y realicen actos de carácter judeofóbico.
En resumen, si realmente el gobierno español quiere jugar un papel importante de mediador en el conflicto del medio oriente debe cambiar de perspectiva y adoptar una postura más matizada, más moderada y más pragmática. El hecho de no querer reconocer la judeofobia que existe en nuestro país y banalizarla en vez de buscar soluciones al problema no es un paso adelante, sino más bien un paso en la dirección opuesta: el oficial acriticismo pro-palestino y la postura políticamente correcta de ser más exigentes con Israel que con los terroristas islámicos del Hamas que defienden su destrucción. Nada nuevo bajo el sol. Sólo recordar que Moratinos le escribía los discursos en inglés a Arafat (en árabe, para hablar de Yihad y de miles de mártires, ya se los escribía él solito) cuando era mediador de la UE a inicios de esta década.
En català: les meves reflexions sobre el viatge de Zp a Orient Mitjà i especialment sobre les desafortunades declaracions que va fer a la premsa israeliana, més concretament al diari Ma´ariv, on indicava que a Espanya no hi havia judeofòbia, que això va ocorrer al temps de la dictadura franquista. Llegiu el texte en castellà. Aquí només vull remarcar que en Zp - al igual que li passa a molta gent d´esquerra amb la que he debatut sobre el tema - no vol reconèixer la existència de postures antisemites en diversos col.lectius d´extrema esquerra troskista, antiglobalització o neocomunista, que, amb les excuses de la causa palestina, la lluita contra l´imperialisme o el colonialisme, no dubten a defensar postures obertament antisemites i antiisraelianes. Això passa però en el subsconcient de Zp només existeix el clàssic antisemitisme de dretes, sense voler acceptar aquestes postures antisemites i antiisraelianes existents també desde l´esquerra.
Per a concloure, afirmo que si el govern espanyol vol jugar un paper clau com a intermediari en el conflicte israelo-palestí ha d´abandonar la seva postura acríticament pro palestina i ha d´adoptar una postura molt més centrista i pragmàtica. Les declaracions de Zp negant o banalitzant la existència de la judeofòbia a Espanya no són un pas en aquest sentit, sinó que demostren una continuitat en la visió acríticament pro palestina i de ser més exigent amb l´estat d´Israel que amb els grups terroristes islàmics que clamen per la seva destrucció.
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