Estos últimos días he estado siguiendo en los medios de comunicación la información sobre las elecciones iraníes. Independientemente del más que posible pucherazo de M. Ahmadineyad, lo que más me ha llamado la atención es el lenguaje políticamente correcto de la prensa al hablar de las elecciones iraníes, presentándolas como unas elecciones "a la Europea", como si hubiese una verdadera oposición al régimen de los ayatollah por parte de los candidatos llamados reformistas, aunque eso no sea así. Los cuatro candidatos que estaban en liza eran todos fieles partidarios de la revolución islámica de 1979 y de sus valores teocráticos. Por tanto, independientemente del candidato que finalmente resulte ganador, los cambios van a ser mínimo y las reformas van a estar ferreamente controladas por los ayatollah, los verdaderos gobernantes de la República.
Ciertamente, es preferible un candidato con un mensaje apertura como Musavi a un candidato hóstil y beligerante como Mahmoud Ahmadineyad pero sin hacerse ilusiones de unas grandes reformas o de un cambio drástico de la política iraní en temas como su carrera armamentística o su apoyo a grupos terroristas como por ejemplo el Hamas palestino o el Hezbollah, organización chiita libanesa patrocinada desde su nacimiento a inicios de los años ochenta por la república islámica. En resumen, los diversos candidatos sólo difieren en las formas pero no en el fondo.
En català: benvolguts lectors, auquests darrers dies he estat seguint la informació que els mitjans de comunicació han donat sobre les eleccions iranianes i un fet m´ha cridat l´atenció els esforços que han fet per a presentar-les com unes eleccions "a l´europea", amb uns candidats favorables i altres opositors al règim dels ayatollah. Aquesta imatge políticament correcta té un defecte: és errònea. Canvien les formes, no és el mateix el caràcter provocador i bel.ligerant d´en Mahmoud Ahmadineiad que la postura més aperturista d´en Musavi, però no existeix una oposició real al règim teòcratic iranià perque tots els candidats són fidels partidaris dels valors de la revolució islàmica de 1979.
Per tant, independendement de qui sigui el pròxim president del govern, no cal preveure grans canvis en la política exterior iraniana, en temes de tanta importància com la seva carrera armamentística o el suport que el govern de Teheran dóna al grups terroristes com el Hamas o el Hezbollah. Podran canviar les formes (més dialogants si finalment donen com a guanyador a Musavi, més intransigents si es reconeix com a bona la victoria d´Ahmadineiad) però no canviaran els grans objectius de fons.
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