Con esas dos palabras se puede resumir el transcurso de la manifestación en contra de la reforma de la ley del aborto en Granada. Según informa el periódico local "La Opinión de Granada", los incidentes se iniciaron cuando los manifestantes antiabortistas - unas 2500 o 3000 personas - se encontraron con manifestantes favorables a la reforma de la ley del aborto y se intercambiaron insultos e incluso intentos de romper las pancartas de los rivales. La verdad es que no me extraña en absoluto. En este país, cualquier tema político se toca con altas dosis de populismo, demagogia y una visceralidad y radicalismo extremo. Estoy seguro de que esta reforma todavía va a dar muchísimo de que hablar...
Pero, además, existe otro problema. Hay determinados grupos afines al sector más duro de la jerarquía eclesiástica española que no han digerido bien el fin del nacional-catolicismo y buscan un intervencionismo activo de la iglesia en la vida política. Ciertamente, la iglesia tiene derecho a opinar sobre cualquier tema, eso lo tengo claro. Sin embargo, lo que no me parece tan correcto es que la iglesia haga campaña electoral o recomiende no votar a tal o cual partido, como hubo ciertos obispos y ciertos sacerdotes, que desde los púlpitos recomendaron a sus feligreses no votar a determinados partidos políticos como el PSOE.
Ojalá Zp profundizase en su política de laicismo y de separación iglesia - estado. Desgraciadamente, su política laica es sólo de boquilla, con el fin de contentar a sus votantes laicistas más bienpensantes. La imagen de los ministros jurando su cargo ante un crucifijo es el mejor ejemplo de su poca implicación en la construcción de un estado moderno, laico - que no ateo - y capaz de superar tendencias anacrónicas de nuestro más negro pasado.
En català:segons informa el diari locall "La Opinión de Granada", la manifestació dels grups antiavortament que va tenir lloc a Granada va acabar amb incidents, insults e inclus intents de xafar les pancartes dels rivals, un grup de persones que es manifestava a favor de la reforma de la llei del avortament. Desgraciadament, en aquest país, qualsevol tema polític o d´actualitat es tracta amb una demagògia extrema i grans dosis de populisme i de radicalitat. Però, a més a més, existeix un altre problema. Hi ha determinats sectors pròxims al nucli més dur de la jerarquia eclesiàstica catòlica que no han acabat de pair la fi del nacional-catolicisme i defensen un intervencionisme actiu de l´esglèsia en la vida política. Obviament, l´esglèsia catòlica té dret a opinar de qualsevol tema, això ho tinc claríssim. Tanmateix, el que no em sembla tan correcte és que certs bisbes o clergues vulguin fer campanya política desde els púlpits, amb la fi de recomanar el vot o no als seus fidels., especialment es van distingir per recomanar-los que no votessin al PSOE. Això ha passat a Espanya a inicis del segle XXI i em sembla vergonyós. Tant de bó, el govern de Zp incidís en la seva política a favor d´un estat laïc (que no ateu) i modern, capaç de superar vells anacronismes i remores del nostre més negre passat. Però, desgraciadament, la política laica del PSOE només es queda amb paraules buides de contingut. La millor prova es veure als ministres jurar els seus carrecs davant d´un crucifixe.
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